Monday, October 23, 2006

MUJERES EN LAS CIENCIAS

MUJERES EN LAS CIENCIAS
Dr. Luciano Pereira
Octubre de 2006
En las últimas semanas los medios de comunicación nos han bombardeado con informaciones referidas a los elegidos este año por la Academia Sueca para el Premio Nobel. Y me llamó la atención que –como es habitual- este año hay un abrumador predominio masculino. Consultando la bibliografía en la web, me enteré que la proporción es de 11/500 (Mujeres vs. Hombres por supuesto). De hecho, y aunque la humanidad ha progresado bastante en las últimas décadas en términos de ofrecer mayores condiciones de igualdad a las mujeres, hay evidentemente detalles que pueden explicar con claridad esta desproporción: prejuicios en la educación (el machismo no es exclusivo de los países de esta parte del continente), falta de seguridad social de las investigadoras, ambiente sexista, etc. Para ilustrar baste un ejemplo: Francia, el país de la igualité y fraternité (igualdad y fraternidad), principios de la Revolución Francesa, se dio el lujo de rechazar en su Academia de Ciencias a la dos veces Premio Nobel Marie Curie. ¿Saben cuándo fue admitida una mujer en dicha institución?: ¡En 1.978!
Existen factores sociales y culturales muy solidificados (¿o fosilizados?) que hacen que cueste al mundo masculino aceptar plenamente a las mujeres. Una premio Nobel 1985, Christiane Nüsslein-Volhard, experta en genética, quien dirige el célebre Instituto Max Planck para la Biología del Desarrollo en Tübingen, Alemania, fue entrevistada recientemente por el New York Times durante su visita a los EE.UU. La entrevistadora, al final de la nota, le preguntó: “¿Por qué en todos los artículos que leí sobre usted mencionan que cocina una torta de chocolate increíble?”- Es verdad- respondió la científica. Quieren estar seguros de que aún soy mujer. Hay un prejuicio terrible contra las mujeres que son exitosas. Si es hermosa, debe ser estúpida. Y si es una mujer inteligente, debe ser horrible. Creo que alguna gente se siente mejor al saber que yo cocino buenas tortas de chocolate.
Lo peor del asunto es que las propias mujeres contribuyen a la discriminación de su género. Una colega me contó recientemente que durante un viaje a un congreso realizado en un país vecino, sintió vergüenza cuando escuchó decir a una expositora compatriota que no había tenido “suficiente tiempo para preparar el tema y no tenía diapositivas en Power Point para las proyecciones, y que su padre solía decir que habían dos clases de mujeres: las lindas y las que estudian medicina”. Horrible, ¿no? Cualquier comentario huelga. La misma científica alemana anteriormente citada refiere que “algunas mujeres no quieren ser líderes. Es un trabajo arduo. Tienen que ser creativas y trabajar muy duro. Hay algo de sexismo, pero las cosas han cambiado y los prejuicios en contra de las mujeres son mucho menos frecuentes que hace veinte años”. No obstante, la realidad dista mucho de ser la ideal. En el CONICET argentino (Consejo de Investigaciones en Ciencias y Tecnología) hay una proporción más o menos equilibrada en términos de género, pero ¡sólo una mujer! es miembro del directorio. Esa misma situación se repite en la mayoría de los países de nuestro continente, en Europa y Estados Unidos. En nuestro país, en el aún bisoño CONACYT (funciona desde 97) pasa lo mismo. Es evidente que las mujeres tendrán que luchar todavía bastante para emular a Marie Curie y su hija Irène Joliot-Curie, Gerty Cori, Maria Goeppert-Mayer, Dorothy Crowfoot Hodgkin, Rosalyn Yalow, Barbara McClintock, Rita Levi-Montalcini, Gertrude Elion y Christiane Nüsslein-Volhard y Linda Back (premio Nobel 2004).
Esto exigirá una lucha fundamentalmente en términos de redefinición de los roles tradicionales del hombre y la mujer.

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